viernes, 20 de enero de 2012

Desgracia, de J.M. Coetzee

Esta ha sido otra de las lecturas que hemos realizado entre varios blogueros, de las que surgen en Twitter por el simple hecho de hablar de libros entre nosotros.
La verdad es que repasando mis lecturas de este año, descubrí que no había reseñado en el blog nada de Coetzee todavía. He leído (con esta) solo 4 obras suyas, pero si la cosa no cambia, leeré muchas más, porque es un autor de esos que te calan hondo, y acabas volviendo a ellos cada cierto tiempo como si quedases con un antiguo amigo.
Desgracia es una novela extraña, tiene un "pero" enorme, y es que no es adictiva y no engancha. No engancha hasta muy avanzado el libro, con el consiguiente peligro que esto supone: que nos cansemos y abandonemos el libro. Por lo que es un fallo que considero terrible en cualquier autor. No puedes permitirte el lujo de aburrir a tus lectores, o de que te lean por la simple insistencia de querer acabar el libro.
Gracias a mi tozudez y a que odio abandonar libros, he descubierto una gran novela, pero como conclusión. Ha tenido partes que se me han hecho cuesta arriba, que no entendías a dónde quería llegar la narración, y es una lástima, porque una vez acabado el libro descubres que has leído una novela redonda y completa.
Si habéis leído alguna vez a Coetzee, sabréis que tiene temas recurrentes que siempre utiliza: la casualidad, el uso de narraciones o libros dentro de la novela, el hundimiento moral de sus protagonistas... Bueno, pues para empezar la novela nos da un bofetón tremendo con el nombre del protagonista: Marco Fogg, unión de Marco Polo y Willy Fogg, lo que ya nos da pie a que pensemos que se trata de un protagonista que de un modo u otro va a viajar. ¿Casualidad? No lo creo.
Fogg, a tenido una vida complicada en cuanto a la familia se refiere: nunca tuvo padre, su madre muere joven atropellada por un autobús, y se queda solo con su tío Víctor, el hermano de su madre, que será toda su familia hasta que también muere cuando Fogg tiene solo 18 años. Esto marcará su vida, sin raíces, sin rumbo, sin nada a qué anclarse para sobrevivir.
El desencadenante de todo lo que le ocurre es la muerte de su tío. De él heredará decenas de cajas con los libros de su tío, que utilizará como muebles en su piso de estudiante en Nueva York. A medida que los va leyendo los tendrá que vender para subsistir, y entrará en un bucle del que solo podrá salir gracias a la ayuda de sus amigos.
Este es solo el principio, pero no puedo contaros más, porque desvelaría una parte importante de la trama, y es una pena porque suceden decenas de cosas más, que tendréis que descubrir si os decidís a leer la novela.
La trama transcurre lenta, pero en mi caso al menos no me perdí ni un solo detalle, que es lo que puede sucederte cuando una novela no te engancha. Y es un factor muy importante para casar todas las piezas en el último tercio de la novela. Cuando crees que la historia no te lleva a ninguna parte, cuando crees que estás perdiendo en tiempo con esa historia, de repente Auster saca su barita mágica y hace que la novela se vuelva más austeriana que nunca, hasta el punto de dejarte con la boca abierta.
Finalmente piensas "¡qué novela tan buena!" o al menos es lo que me sucedió aún. Creo que a mis compañeros lectores no les gustó tanto como a mi (aún no he leído su reseña hasta escribir la mía). Pero como siempre digo, no todos los libros son para todos los lectores, y es bueno que en los blogs mostremos puntos de vista dispares, para que cada cual se quede con la opinión que más le guste.
Me alegro de haberos traído a Coetzee al blog y seguro que no será la última vez.

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